Hace justo un año empecé mis primeras prácticas en el hospital como estudiante de enfermería, todavía lo recuerdo como si fuese ayer cuando tuve que pinchar por primera vez. Realmente por mucha teoría que sepas hasta que no llegas a la práctica no se aprende realmente. Tenía que pinchar una heparina/clexane y sabía que tenía que pincharla en la tripa a cuatro dedos de separación del ombligo y agarran un trozo de carne y posteriormente no frotar para evitar un hematoma, pero como bien he dicho anteriormente hasta que no se llega a la práctica uno no aprende y los nervios del principiante suelen jugar malas pasadas. Me temblaban las manos y me puse nerviosa ya que estaba toda la familia en la habitación, el paciente era un antiguo médico jubilado y como era de esperar la tensión me pudo y la primera vez lo hice mal y como era entendible el paciente no quería que yo le siguiera pinchando. Desde ese día me daba como una especie de miedo entrar a esa habitación porque no quería volver a equivocarme y por el pudor de haberme equivocado la última vez, pero un enfermero nunca renuncia a un paciente y un enfermero nunca debe tener miedo, así que seguí ejerciciendo mi función y practicando cada día de toda mi estancia en el hospital y fui adquiriendo mayor habilidad y superando mis nervios. El día que le dieron el alta a ese mismo paciente me dio un abrazo, me dio la enhorabuena por cuánto había mejorado desde el primer día hasta el último y me dijo que algún día sería una gran enfermera y aquello me supo más a recomensa que cualquier premio.

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